El uso de probióticos ha ganado popularidad en los últimos años debido a sus múltiples beneficios para la salud intestinal y el bienestar general. Sin embargo, uno de los puntos clave que no se debe pasar por alto es la importancia de utilizar probióticos bajo supervisión nutricional o médica. Aunque estos microorganismos pueden tener efectos positivos, utilizarlos sin la orientación adecuada puede no ser la mejor opción, y en algunos casos, puede ser contraproducente.
¿Es recomendable el uso de probióticos sin supervisión nutricional o médica?
No se recomienda el uso indiscriminado de probióticos sin la guía de un profesional. Los probióticos son microorganismos vivos, como bacterias y levaduras, que cuando se administran en cantidades adecuadas confieren beneficios a la salud del huésped. Sin embargo, cada persona tiene una microbiota única, por lo que un probiótico que funcione bien para una persona, podría no tener el mismo efecto en otra, o incluso podría causar malestar.
Tomar probióticos sin supervisión puede llevar a varios riesgos, como:
1. Desbalance de la microbiota: Usar probióticos sin saber exactamente qué cepas necesita tu organismo puede alterar el equilibrio natural de tu flora intestinal.
2. Efectos secundarios: Aunque los probióticos son generalmente seguros, pueden causar efectos secundarios como gases, hinchazón o diarrea, sobre todo si se toma una cepa inadecuada o en dosis incorrectas.
3. Interacciones con medicamentos o condiciones médicas: Algunas cepas probióticas pueden interactuar con medicamentos o ser contraproducentes para ciertas condiciones de salud. Por ejemplo, personas con enfermedades autoinmunes o que tienen el sistema inmune debilitado deben tener especial cuidado al consumir probióticos.
Clasificación de los probióticos, prebióticos y simbióticos
Para comprender mejor el papel de los probióticos en la salud intestinal, es importante definir y clasificar algunos términos clave.
Probióticos
Los probióticos son microorganismos vivos que proporcionan beneficios para la salud cuando se consumen en cantidades adecuadas. Estos microorganismos, principalmente bacterias y levaduras, ayudan a mantener o restablecer la flora intestinal, mejorando el equilibrio entre bacterias beneficiosas y patógenas.
Algunas cepas probióticas comunes incluyen:
Lactobacillus: Se encuentra en productos lácteos fermentados y algunos suplementos. Ayuda en la digestión de la lactosa y es beneficioso en el tratamiento de diarreas y algunas infecciones gastrointestinales.
Bifidobacterium: Está presente en el intestino y ayuda a descomponer las fibras alimentarias, favoreciendo una mejor digestión y ayudando en casos de síndrome de intestino irritable (SII).
Saccharomyces boulardii: Es una levadura que ha demostrado ser eficaz en la prevención de diarreas asociadas al uso de antibióticos y diarrea infecciosa.
Prebióticos
Los prebióticos son sustancias no digeribles que actúan como alimento para las bacterias beneficiosas en el intestino, promoviendo su crecimiento y actividad. Los prebióticos no son microorganismos vivos, pero son esenciales para mantener una microbiota saludable.
Algunos ejemplos de prebióticos incluyen:
Inulina: Un tipo de fibra que se encuentra en alimentos como la achicoria, los espárragos y las alcachofas.
FOS (fructooligosacáridos): Se encuentran en el ajo, los plátanos y las cebollas, y promueven el crecimiento de Bifidobacterium y Lactobacillus.
Simbióticos
Los simbióticos son productos que contienen una combinación de probióticos y prebióticos, diseñados para ofrecer un beneficio sinérgico. En otras palabras, los prebióticos presentes en los simbióticos ayudan a los probióticos a establecerse y proliferar más fácilmente en el intestino.
Un ejemplo de simbiótico es una combinación de Bifidobacterium lactis (probiótico) con inulina (prebiótico). Esta combinación se ha utilizado para mejorar la salud intestinal en personas con síndrome de intestino irritable.
Ejemplos de probióticos en diferentes enfermedades con evidencia científica
1. Síndrome de intestino irritable (SII): El probiótico Bifidobacterium infantis ha demostrado ser eficaz para reducir los síntomas del SII, como la hinchazón, el dolor abdominal y la irregularidad en el tránsito intestinal. Un estudio clínico publicado en Alimentary Pharmacology & Therapeutics demostró que la administración de Bifidobacterium infantis en pacientes con SII mejoró significativamente sus síntomas, en comparación con el placebo.
2. Diarrea asociada a antibióticos: La cepa Saccharomyces boulardii se ha utilizado con éxito en la prevención y tratamiento de la diarrea asociada al uso de antibióticos. Según una investigación publicada en Clinical Infectious Diseases, esta levadura probiótica reduce la incidencia de diarrea en pacientes que toman antibióticos de amplio espectro.
3. Dermatitis atópica: Diversos estudios han señalado que la administración de Lactobacillus rhamnosus en bebés y niños puede reducir la incidencia y severidad de la dermatitis atópica. En una investigación publicada en The Journal of Allergy and Clinical Immunology, los niños que tomaron esta cepa probiótica tuvieron una menor probabilidad de desarrollar eczema.
4. Infecciones urinarias: Las cepas de Lactobacillus crispatus han mostrado ser beneficiosas en la prevención de infecciones recurrentes del tracto urinario (ITU) en mujeres. Un estudio publicado en The New England Journal of Medicine demostró que el uso de probióticos a base de Lactobacillus reduce la recurrencia de las ITUs en mujeres.
Conclusión
El uso de probióticos puede ser una herramienta poderosa para mejorar la salud intestinal y tratar diversas afecciones. Sin embargo, su uso sin la orientación de un profesional de la salud puede conllevar riesgos. Es fundamental realizar una evaluación individualizada de la microbiota y las necesidades específicas de cada persona antes de introducir probióticos, para asegurar que se obtengan los máximos beneficios sin efectos adversos.
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